martes, 5 de marzo de 2013




Al contemplar en las grandes ciudades esas inmensas aglomeraciones de seres humanos que van y vienen por sus calles y se concentran en festivales y manifestaciones políticas, se incorpora en mi, obsesionante , este pensamiento: ¿puede un hombre de veinte años formarse un proyecto de vida que tenga figura individual y que, por lo tanto, necesitaría realizarse mediante sus iniciativas independientes, mediante sus esfuerzos particulares? Al intentar el despliegue de esta imagen en su fantasía ¿ no notara que es, si no imposible, casi improbable, por que no hay a su disposición espacio en que poder alojarla y en que poder moverse según su propio dictamen? Pronto advertirá que su proyecto tropieza con el prójimo, como la vida del prójimo aprieta la suya. El desanimo le llevara, con la facilidad de adaptación propia de su edad, a renunciar no solo a todo acto, sino hasta a todo deseo personal, y buscara la solución opuesta: imaginará para si una vida estándar, compuesta de cosas comunes a todos y vera que para lograrla tiene que solicitarla o exigirla en colectividad con los demás. He aquí la acción en masa.

José Ortega y Gasset

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